La denominación utilizada por las superpotencias a la hora de definir nuestra situación (que siempre es la misma), coyuntura económica o como la quieran llamar posee una connotación muy vaga… Países en “vías de desarrollo” titulan los medios de comunicación mas importantes del establishment. Politólogos, economistas y periodistas, educados bajo la doctrina del laissez faire, férreos defensores del statu quo, proponen recetarios para acabar con el subdesarrollo de los pueblos. Paradójicamente, aquellas recetas que en otrora fueron impulsadas por los países “subdesarrollados”, ya sea a través de gobiernos democráticos o de dictaduras sangrientas, no tuvieron el efecto esperado, o mejor dicho sí lo tuvieron para sus promotores.
En nuestra mayúscula América Latina, la historia reciente nos ha demostrado que las políticas económicas ideadas por el FMI y el imperialismo yanqui, no sólo han sido contraproducentes para nuestros pueblos, sumiéndolos en la pobreza, incrementando la brecha entre ricos y pobres, destruyendo prácticamente al Estado y su función de velar por la seguridad social, sino que los han endeudado bestialmente, consolidando aún más la dependencia económica, medio utilizado por el imperialismo para mantener controlados (por ahora) a los países latinoamericanos y como pretexto para volcar sus intereses permanentes en nuestros territorios. Otro aspecto interesante a la hora de analizar las implicancias y las consecuencias de las intervenciones del capitalismo foráneo en las economías latinoamericanas consiste en hablar de las crisis del sistema capitalista, crisis propias e inevitables del mismo.
A comienzos de la década del setenta, el paradigma del estado de bienestar el cual veía con buenos ojos la intervención estatal como mecanismo incentivador de la inversión, entra en crisis. La tasa de inflación había alcanzado índices muy altos, debido en gran parte al aumento del precio del petróleo por parte de los países árabes. En este contexto recesivo del sistema capitalista, se produjo un cambio de paradigma en la economía, conocido como la contrarrevolución neoclásica, impulsada por los Chicago boys, quienes entre sus máximos exponentes se encontraban Friedman y Lucas. Las principales alteraciones de la estructura económica mundial correspondieron a la determinación del tipo de cambio, al replanteo del papel del estado en la economía y la liberalización financiera. Se configuró un nuevo sistema financiero sin barreras a la entrada y salida de capitales, determinante para el desarrollo de la globalización financiera la cual permitiría el financiamiento externo de los países subdesarrollados, que hasta entonces no lo habían recibido o era escaso dada la estructura financiera mundial previa. La crisis del petróleo resultó crítica para las economías latinoamericanas quienes se habían abierto a la entrada de capitales provenientes de organizaciones como el FMI y el BM, entidades creadas después de la segunda guerra mundial cuyos objetivos declarados entre otros fue el de reducir la pobreza (¿qué paradoja no?). Como consecuencia de la misma, los países más poderosos, principalmente
La intervención ideológica del imperialismo logró su cometido: despojar el patrimonio de los pueblos, rapiñar sobre sus economías e impedir su desarrollo. No es pretensión de quien redacta el hacer un análisis exhaustivo acerca de la coyuntura económica del último cuarto de siglo, más bien dar un resumido panorama para comprender que no es casualidad que en el período de mayor intervención del capital extranjero en Latinoamérica, los índices de pobreza, distribución del ingreso y riqueza hayan empeorado drásticamente, incrementando más aún la brecha entre ricos y pobres. El costo que han tenido que pagar nuestros pueblos ha sido (y es) altísimo. Hoy, el capitalismo presenta una crisis de paradigma, sus verdades absolutas han sido refutadas…Es hoy mas que nunca donde Latinoamérica debe estar unida para evitar los ataques ideológicos del imperialismo y así lograr la independencia económica.
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